El diseño se propuso crear un jardín que tuviera como centro un estanque revestido de hormigón con un tono gris oscuro, cuyo caudal de agua refleje el cielo cuando llegue el otoño y actúe como un verdadero espejo natural. En primavera los nenúferes y lotos empezarán a aparecer y en el verano se llenará de coloridas flores.
Para encubrir las medianeras se plantaron jazmines en canteros acompañados de salvias y citronellas. En el techo superior se creó una pradera con especies nativas.